Día de muertos: cultura, identidad y tradición

A través del tiempo las diferentes culturas han forjado su identidad con base en la realización de actividades relacionadas directamente en creencias, mitos y festejos; esta constante ejecución y reforzamiento de ellas se llega a establecer como parte importante de la sociedad y como un vínculo muy fuerte entre los miembros de una comunidad que la comparten y lo disfrutan, en este caso corresponde a las instituciones educativas, como el Centro Universitario de los Valles contribuir en la preservación de las tradiciones en su comunidad.

De aquí la importancia de tradiciones como la del Día de Muertos, tradición que, por paradójico que suene, es una tradición que se adapta y que cada vez es más viva. 

Mezcla de culturas

La tradición de las ceremonias fúnebres, perdura desde el México prehispánico, en que los indígenas no esperaban más premio o castigo en la otra vida.  Con la llegada de los españoles las ceremonias se fusionaron dando paso a una transculturización que perdura hasta nuestros días. El espíritu de la ofrenda actual es un rito respetuoso que se prepara para recordar a los que se han ido, y que, según la creencia, regresan el día 1 de noviembre para gozar lo que en vida disfrutaban.

Para estas ofrendas, en algún lugar principal se coloca una fotografía del “muertito” o una calaverita de cartón con algún objeto personal del difunto, los cigarros, la bebida o comida preferida etc. Todo esto se cubre de papeles de china que dan color y sonido (al moverlos el viento) y no pueden faltar las flores, ya que el campo también le rinde homenaje a la muerte,  pues en él se han sembrado multitud de semillas de flor de cempasúchil que florecen para adornar las ofrendas. Los cirios encendidos en recuerdo de los ausentes y el copal quemándose para volverles fragante el camino a “su fiesta”. 

De igual manera las visitas a los cementerios se hacen de obligación, toda la familia llega a la tumba de su ser querido, con los utensilios necesarios para limpiar y arreglar, la llenan de flores y comparten comida pensando:

“El muerto al cajón y el vivo al fiestón” 

Todo este festejo se realiza para recordar, honrar y festejar a sus seres queridos ya que ocupan un sitio sagrado que corresponde a un altar, porque se trata de vivir la imposible ilusión de verlos compartir con ellos como si no existiera entre ambos el abismo misterioso que separa la vida de la muerte.

Catrina, personaje vivo

En 1900 el artista grabador José Guadalupe Posadas reanimó el culto popular a la muerte, con un toque humorístico, describiendo la vida del mexicano a través de ingeniosos y divertidos esqueletos, así como con elaborados versos que critican o ridiculizan a un personaje vivo, suponiendo que está muerto, convirtiéndolos en “calaverita”

Hablar de muerte es referirnos a algo que vivimos a cada hora de nuestra existencia, algo que nos acompaña en nuestras canciones y poesías, que se manifiesta en la actitud que tenemos ante la vida.  En la manera en que nombramos a la muerte; la pelona, la dientona, la jijurria, la huesuda, la liberadora, la igualadora, la tostada. Todo esto para verla más amigable y menos temible.

En el marco del día de muertos  la Mtra. Martha Rosalia Sánchez López abordó el tema “altar de muertos: tradición mexicana” en un webinar que se transmitió a través de Facebook Live para toda la comunidad que sigue las redes sociales del Centro Universitario. En él, la Mtra. Martha Rosalía hizo énfasis en lo rica y variada que es esta tradición y los significados que tiene para nuestro país. Ésta actividad se enlaza a la exposición “La muerte niña” , colección que pertenece al Dr. Enrique Martínez Curiel y el fotógrafo Mario Ramírez Zárate y que rescata fotografías de niños en su mortaja rodeados por su familia, principalmente. Imágenes capturadas por fotógrafos amequenses como Juan de Dios Machaín, Alberto Ríos y Gregorio Ramírez. Así como al altar de muertos que ocupó la biblioteca y que fue realizado por la Coordinación de Servicios Académicos. 

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