Hace un año el 17 marzo nos fuimos a casa para cuidarnos y cuidar nuestras familias, esperando que se tratara de una pequeña pausa para luego volver. Pero no fue así. Ha pasado más de un año sin que podamos regresar.
Más de un año sin intercambiar abrazos sin vernos frente a frente en clase, en reuniones de trabajo, sin los encuentros de pasillo que nos generaban una sonrisa; interacciones que nos parecían hasta rutinarias y que hoy extrañamos y valoramos más que nunca. Esta pausa no significó que nos detuvieramos. Todo lo contrario, desde entonces nuestra comunidad ha trabajado al doble o al triple y hemos seguido aprendiendo desde distintas trincheras.
La Universidad de Guadalajara se volcó a la contención de esta pandemia, desde la Sala de Situación, el Call Center, la aplicación de miles de pruebas, el Centro de Aislamiento Voluntario, la entrega despensas a nuestros estudiantes y, en fechas recientes, nuestra comunidad se desplegó para convertirse en una gran red de vacunación.
Miles de voluntarias y voluntarios no sólo participaron en la logística, sino dando un trato cálido y digno que, estoy seguro, quedará en la memoria de la población jalisciense por muchísimo tiempo.
Aprovecho para agradecer a cada universitaria y universitario que, desde distintos frentes, han sido parte de este despliegue: por su trabajo, horas extras, por su creatividad y empeño para afrontar esta pandemia. Muchísimas gracias.